Por Jaime Cerdio
Con el inicio de un nuevo diseño institucional en materia de transparencia en México, también se renueva una de sus promesas fundamentales: reconstruir la confianza de la sociedad en las instituciones públicas. Esta tarea, sin embargo, enfrenta un escenario donde los gobiernos deben ser capaces de responder con mayor eficacia, inteligencia y oportunidad. En ese contexto, la transparencia predictiva emerge como una herramienta estratégica para transformar el ejercicio de la función pública y acercarlo a las verdaderas necesidades de la población.
Este modelo, aún poco explorado pero con enorme potencial, consiste en una forma avanzada de gestión de la información pública que, mediante el análisis de datos —especialmente solicitudes históricas de acceso a la información— y el uso de inteligencia artificial, permite anticipar futuras demandas sociales de información. A diferencia de los enfoques tradicionales, ya no se limita a responder solicitudes (reactiva), publicar lo que exige la ley (activa), o difundir información útil de forma voluntaria (proactiva). La transparencia predictiva identifica patrones y tendencias semánticas y temporales, detecta momentos críticos y se adelanta a lo que vendrá, facilitando una gestión institucional más sensible y efectiva.
Este enfoque puede contribuir a tres objetivos: optimizar la gestión pública, al anticipar cargas administrativas y operativas; generar conocimiento institucional, al identificar eventuales necesidades de información y difundir con oportunidad; y orientar decisiones de política pública frente a potenciales problemas públicos, al detectar señales tempranas en la demanda social de información.
Estos objetivos permiten a las instituciones públicas acercarse a la sociedad, actuar con mayor sensibilidad y resolver con oportunidad. Por ejemplo, en materia de prevención de la corrupción, imaginemos que se detectan patrones recurrentes en solicitudes sobre contrataciones públicas, adjudicaciones directas o proveedores, un gobierno estatal podría activar agendas de publicación anticipada, generar reportes periódicos de integridad, y establecer alertas para áreas de riesgo. Esta información permitiría no solo reducir la opacidad, sino también diseñar políticas de control interno, fortalecer mecanismos de fiscalización y ajustar criterios para la asignación de recursos.
La transparencia predictiva no sustituye la transparencia que ya conocemos: la reinventa. Aporta una nueva lógica a la función pública, no como un cumplimiento pasivo, sino como una estrategia activa de inteligencia institucional. Por supuesto, plantea retos técnicos, presupuestarios y éticos; pero también abre una oportunidad inédita para gobernar mejor, acercar a la sociedad con el Estado y fortalecer la legitimidad democrática. La confianza pública no se impone, se construye, y este modelo puede ser una herramienta decisiva para lograrlo.
El futuro de la transparencia no es sólo más datos, es más inteligencia. Es anticiparse a lo que duele, a lo que falta, a lo que importa. Para conocer más sobre esta iniciativa, visita: https://bit.ly/ProyectosJC#AbramosMéxico
*Jaime Cerdio es economista por el IPN y maestro en administración pública y política pública por el TEC de Monterrey, especialista en políticas públicas y apertura institucional.
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